lunes, 13 de octubre de 2008

Capitulo 1: Huellas oscuras

Las sirenas hacían su deber. La historia se repetía cada cierto tiempo. Salimos de la Santa María con dirección a la zona de marcha nocturna. La zona estaba plagada de bebedores, punks, yonkis y prostitutas que hacían la noche más rara aun. Las razas nocturnas como decía Marc. Mi compañero sonreía y conducía a velocidad de vértigo entre las calles de la ciudad.
- ¡Vamos Tom, nos ha tocado ir al Ganadero! Gritaba entusiasmado
No le conteste, purgaba un suero justo a su lado y luego me puse los guantes con mucha delicadeza. Di dos palmadas y el talco se disipaba frente mía. Los guantes estaban ajustados perfectamente pero no muy tirantes para que no tuviera problemas a la hora de que se rompieran. Ya nos quedaba unos minutos para llegar y la vieja canción de Lou Rider sonaba dentro de la cabina de conducción de la ambulancia. Apenas podía apreciar la sirena con la música y como canturreaba Marc.
Las luces rebotaban parpadeando contra los edificios y conseguía ver el reflejo de nuestra ambulancia por los cristales de los escaparates de los negocios. Estos, por las horas que eran, estaban cerrados desde hacia horas y mucha gente dormía. Otros pasaban la noche o hacían las calles como decían mis compañeros. Las prostitutas hacían señas y daban saltos cuando pasaba la ambulancia. Suponía que era una forma de provocar. ¿Quien se quedaría a las tantas de la madrugada a tener relaciones, aunque tuvieran que pagar, en pleno otoño? A saber...
- Tom, nos estamos acercando. Avisa si tenemos policía que no quiero problemas.
Le mire con ironía. Es absurdo que me pida algo así cuando lleva un recorrido de 10 minutos cantando y gritando por la subida de adrenalina de ir a buscar a alguien que ha tenido un traumatismo craneal por una pelea callejera.
- Unidad 59 solicita información central, indíqueme si hay unidad policial en el lugar. Conteste por el micro de la emisora.
La misma contesto:
- 59 afirmativo, hay una dotación en el lugar con varios policías que me indican en estos momentos por teléfono que el afectado es un compañero suyo.
La voz de Josh hizo cambiar rápidamente la cara a Marc. Las cosas estaban delicadas. Cuando había una urgencia o emergencia relacionada con algún compañero siempre era más delicada pero teníamos que ser fríos porque inspirar seguridad a los demás, con el paso del tiempo, ayuda muchas veces. La situación era normal en nuestro trabajo pero cuando era alguien que trabajaba en alguna unidad pues las cosas cambiaban. La verdad es que hacia tiempo que no iba a buscar algún compañero o conocido. La última fue a Gabriel, un compañero que se paso a la bebida y se dio un golpe en la cabeza en una de sus particulares juergas. Se quedo en coma y automáticamente después de cerca 14 horas en esta situación su corazón no lo soporto y paro en el acto. Lo encontramos ya muerto y su piso apestaba. Se dieron cuenta los vecinos a los 2 días y sabemos los resultados gracias al forense.
Ya quedaba poco para llegar así que como siempre Marc se adelantaba para despreocuparnos de los protocolos.
- Central, unidad 59 en el lugar.
Marc empezó a reducir. Las calles estaban desérticas y no se veía nada salvo por nuestras luces. Marc me miro y encendí la luz de la cabina interior.
- Apágala que me refleja en el cristal y no veo. Pidió mi compañero.
- Perdóname Marc, ¿no debería estar como mínimo el patrulla? Suelen dejar las luces encendidas. Pregunte mientras miraba a través del retrovisor de mi lado.
Marc no contesto, me miro con duda también. Todo era extraño.
- Central, aquí unidad 59, la calle donde nos ha mandado esta totalmente desértica y sin iluminación. No divisamos la patrulla de la policía y nadie nos hace ningún tipo de señal. Hablo Marc en tono bajo como si tuviera miedo de despertar el vecindario.
Mire a Marc esperando una respuesta de el. No es que fuera más experto que yo en las emergencias. Yo he dedicado toda mi vida pero Marc era músico. Decidió meterse a trabajar en las emergencias por las horas extras y haber estudiado la mitad de carrera de medicina. Ya hacia 3 años que estaba en esto. Sus ojos azules ya habían visto muchas cosas en esta profesión. Tenia el pelo castaño claro y una mandíbula bastante pronunciada. Las mujeres que se encontraba en su vida decían que siempre habían soñado con un tipo así pero el jamás era de una mujer. Se había metido en un gimnasio durante años y ahora era la envidia de la central por las chicas que conocía y le traían a trabajar.
- Marc… ¿Qué hacemos? Pregunte mirando a través de los cristales.
No dudo en ningún segundo y pulso uno de los botones de la sirena. El eco era inmenso pero nadie se acerco. Nos acostumbramos a la oscuridad y pudimos ver algo delante de la unidad. Habíamos llegado a lo que seria una de las discotecas más famosas de estos últimos 20 años. El letrero luminoso del caballo estaba totalmente apagado y sus puertas abiertas. Marc paro la ambulancia justamente enfrente y nos bajamos. La noche, aunque fueran finales de Octubre, no era tan fría. Marc vino hacia mí. Miro si las puertas estaban cerradas. Sobretodo miro las de la parte atrás de la unidad. Esa ambulancia podría solucionar la noche. Los yonkis podría robar la medicación que había para alguno de sus viajes.
Marc encendió su linterna y dio unos pasos hacia la puerta la discoteca. No nos habíamos dado cuenta pero justo a unos metros estaba la patrulla de la policía que nos alerto. Una de las puertas estaba abierta y no había nadie en el interior.
Las luces estaban apagadas. Me acerque para tocar el capo del vehiculo. Estaba caliente.
Mire con mi linterna a ver si había alguien. No había nada. Me percate de unas manchas en el parabrisas al pasar la linterna. Era como si un grupo de personas hubieran pasado las manos por el cristal y con la suciedad del mismo, dejar esas huellas.
Metí la cabeza por la puerta abierta del coche y la emisora estaba apagada totalmente. Me recorrió una sensación muy extraña por todo el cuerpo. Me daba miedo todo ese escenario. Mirando el habitáculo trasero, donde llevaban a los detenidos, me alumbro a escasos metros, Marc con su linterna.
- No me gusta Tom. Nunca había visto nada igual. Deberíamos avisar a la central que envíen otra patrulla. Decía en voz baja mientras iluminaba a todas partes con la luz.
Tenía razón, esto era muy extraño. La policía jamás dejaría el coche de servicio en plena calle con las puertas abiertas de par en par y la emisora bajada. Lo mas extraño es que la escopeta de la unidad seguía en su lugar con su seguridad puesta. Que la única forma de que pudieran sacar el arma era con la llave que poseían los guardias que estaban en ese coche.
Marc no paraba de explorarlo todo pero no se acercaba a la puerta de la discoteca. Su mirada era de terror y preocupación a la vez. Algo raro en el.
Me asome por la puerta de la discoteca. Mi horror fue ver con mi propia linterna como las paredes que bajaban hacia el local estaban llenas de huellas. Huellas de sangre que eran manos inquietas. Eso si que no era normal.
- Marc llama, esto ya me huele a chamusquina.
Saque mi navaja de la cartuchera de cuero que tenia en mi cintura. La cartuchera llevaba mi herramienta de trabajo y entre varias tijeras de diferentes tamaños, había una navaja sanitaria para los accidentes de tráfico. La utilizábamos por si tardaba en venir los bomberos y poder así extraer el parabrisas con el cuchillo. El filo podía cortar el cuero duro de unas botas de motorista como si fuera mantequilla y ahora mismo me podría servir para defenderme.
Marc se percato que me metía el cuchillo en el bolsillo de mi chaqueta. Y retrocedió hacia la ambulancia 2 pasos atrás. El primer paso que dio era dando la espalda a la unidad nuestra pero luego me la daba a mi.
La luna empezó a salir e iluminaba toda la calle. Los edificios rodeaban todo. Así que no había forma de salir sino por donde venimos.
Mi respiración se aceleraba mucho y me di cuenta. Empecé a respirar con calma para que no entrara en una ansiedad. Se suponía que era paramédico. Me he visto en situaciones inimaginables. ¿Porque me afectaba todo eso?
Marc abrió la unidad y llamo por la emisora a la base. Se oía la respuesta que salía por la puerta abierta de la unidad pero no se distinguía bien lo que decían.
Marc ya estaba más aliviado. Se acerco con una palanca que saco del coche.
- Eso es para abrir puertas de coches siniestrados. Dije con una mueca burlona.

2 comentarios:

Raúl G.R dijo...

Quien espera, desespera. Y estoy desesperado por leer el resto del relato. Asi que a darle al teclado.

Raúl G.R dijo...

Sigo esperando.